De Hércules a gorrión
De Gladiador a durmiente
Respirando olas de ternura…
dando espacio al amor y al dolor.
¿Muere el otoño porque llega el invierno?
¿Muere el invierno porque llega la primavera?…
La poesía nos permite comprender, ver más allá… ¿Cómo si no podríamos acercamos a lo inefable, a lo intangible, al dolor? Filosofía, medicina y poesía siempre estuvieron unidos ¿lo recuerdas?
Ningún dolor carece de sentido si se entrega de todo corazón a la evolución nuestra y de otros. Racionalizar el dolor nunca funciona, como tampoco funciona describir un beso, ni la sonrisa ante un agradable aroma de infancia… va mucho más allá.
La poesía permite expresar, transitar fases… va reorientando sin oponerse al caudal emocional. Afirma sabiamente la Medicina Tradicional China que el dolor se transmuta en la naturaleza, con caricias, miradas infinitas y poesías.
¿No es importante saber que podemos permitirnos sentir muchas cosas a la vez?
Confiar en el proceso implica atravesar y aceptar momentos de caos, enfado, tristeza, miedo, soledad, orfandad, indefensión, confusión, grandeza, nobleza, respirar, transitar, sentir orgullo de lo vivido, tomar conciencia de lo pendiente, soltar, despedirse y dejar ir con agradecimiento, volver, recoger el legado y ponerlo al servicio…
Todos los momentos son abrazados para volver a tomar la VIDA NUEVA, dando la bienvenida a lo inédito, mientras que los que nos han dejado sonríen y bendicen.
Desde la Iliada de Homero los escritores crean personajes que representan la pena que se estanca. Aquiles, como muchos, se queda congelado en la estancia donde te ciega el dolor. Cuando te centras y enfocas solamente en la pérdida y el dolor te pierdes en él. En ese dolor ya da igual todo, es un pozo negro de desolación, destrucción, resentimiento, incluso venganza…
H. Auden recrea maravillosamente esta etapa:
Detengan todos los relojes, descolgad todos los teléfonos,
haced callar al perro que roe su hueso.
Silenciad los pianos con un tambor sordo
Sacad el féretro y que pasen los dolientes.
Que se den vuelta los aviones
y anuncien en el cielo su partida.
Que todas las aves lleven crespones en sus cuellos
Que los policías se pongan guantes negros.
Él era mi norte y sur, mi oriente y occidente,
mi semana de trabajo y mi domingo de descanso
mi mediodía, mi medianoche, mi charla y mi canto
Creí que duraría para siempre ¿me equivoqué?
Ya no quiero estrellas: ¡apagadlas de un soplo!
Desmantelad el sol y retirad la luna,
vacíen los océanos y corten los bosques…
Hoy parece que nada ya podrá llegar nunca a buen puerto.
Si te quedas en el dolor y no llega el agradecimiento y el recibir un legado de aprendizajes para seguir entregando no conseguirás hacer el verdadero duelo. Mas si niegas el dolor y no le das espacio se expresará o somatizará antes o después…
Los ritos, los cantos, las oraciones, la naturaleza y la poesía vuelven a traer la vida, vuelven a recordar que la muerte es un segundo nacimiento, poco a poco, a su tiempo…
Hay que desarrollar mucho humor y amor con los amigos y familiares impacientes que se cansan de acompañar y te insisten: pasa página ¿ya estas bien? Estamos faltos de personas que sepan acompañar confiadas el proceso, que respeten el tiempo en el que el réquiem termina convirtiéndose en un canto a la vida eterna en el ahora.
Emily Dickinson hablaba con la muerte, la consideraba su amiga y sitúa el misterio más allá de toda sabiduría y religión. Y es que la relación con la muerte es algo profundamente intimo y personal.
La muerte no es conclusión, este mundo no es el final…
una especie hay más allá, invisible como la música, verdadera como el sonido…
nos atrae, hace señas, nos confunde y desconcierta…
la filosofía no sabe nada sobre ella.
Es un misterio, un acertijo, un enigma que atraviesa la mente sagaz,
explorarla confunde a muchos sabios y eruditos
todo ser humano ha nacido para atravesarla,
y sin embargo ha sido despreciada durante generaciones
incluso siendo mostrada en la crucifixión…
La fe fácil tropieza, resbala y se recompone, se sonroja cuando la mira,
se agarra a una ramita de indicio, busca señales en el camino,
gestos desde un púlpito, sonoros Aleluyas…
Y mientras, ningún narcótico debe ni puede acallar el dolor,
la dentellada que a veces te recorre el alma.
Emily Dickison
El ser humano muere, pero eso no significa que acabe, si no que comienza un viaje hacia la luz. Cuando el duelo vislumbra el agradecimiento, la bendición de recibir el legado de lo vivido y aprendido, cuando está más presente ese legado vivo y no tanto lo que se ha perdido la vida comienza a ser… otra cosa.
Y a partir de ahí nos recolocamos nosotros, a la persona que dejó su cuerpo y al resto.
La sinfonía de la vida: secuencia de melodía, ritmo, silencios…
Finalizó un nosotros: cerramos la partitura con apoteosis final
Hay pentagramas vacíos ahora, notas dando vueltas sin cesar
Para la nueva obra… habrá que esperar. Cantos diversos suceden sin compás
la batuta del director descansa en su atril en un caos que a veces ríe y a veces duele.
Busco músicas externas, sonidos que me entretengan
El silencio desafía con sensaciones internas y me entrego a cantos de sirenas…
El silencio duele, muestra caos, reta. El silencio sana y entrega.
Voy de un lado a otro comenzando cosas que por otras se dejan.
Respirar permitiendo es lo que realmente alimenta.
Que afloren miedo, rabia, pena, pitidos en los oídos, mandíbulas no sueltas…
Caen unas lágrimas que finalmente consuelan
El cuerpo ya no lucha, se relaja rendido y recomienza.
Parte de mi quiere avanzar, la otra que nada se mueva
Parte de mi quiere compartir, la otra meterse en la cueva
Bendita danza de opuestos que poco a poco integra
El tiempo encontrará su tempo y su canto de primavera.
¿La muerte es un problema?
Tal vez lo sea no tenerla presente como parte de la vida
que en cada instante se renueva.
Gracias por el camino compartido
Techu Arranz