Que el 20 20 sea tuyo, tuyo. Que no caigas en la ilusión de que no te ve, no te siente, no le importas; para que no le niegues, ni te escapes, ni derrames quejas cuando tenga sombras.
Que sea tuyo… Sólo nos pertenece lo que el corazón abraza. El corazón humano es el altar mismo de la responsabilidad, esa habilidad de responder que ofrece a la vida la mejor solución posible, sin quejarse. El corazón siempre puede caminar mil pasos más sin importarle su cansancio. También puede detenerse y no dar un sólo paso adicional, cuando la dirección demuestra no ser correcta, por mucho que le presionen para continuar. Maravilla de maravillas, él puede distinguir cuando detenerse y cuando avanzar.
Que vivamos el 20 20 de corazón, pues dadas sus características, parece que será la única forma de vivirlo bien. Él se rehúsa a pasar sin cambiarnos. Para que sea nuestro, nos hará suyos. Nos llevará por los medios que sean necesarios a que estemos abiertos. Nos quitará las gafas viejas y las excusas de siempre. No parece que vaya a tener remilgos en sacudirnos si andamos ausentes. No da la impresión de que vaya a ser tímido si le abrazamos, más bien parece que caerá enamorado.
Se rehusa a pasar sin dejar huella.
Nos envía una nota que le precede, esmerándose en lograr el mejor encuentro. Esta escrita en los rojos y los naranjas del cielo:
“La vida siempre puede más… Puede más que el desencuentro, el dolor y el frío. Puede más que nuestras murallas elevadas para protegernos del desencuentro, el dolor y el frío. Puede más que los que la niegan, se niegan y no nos pueden afirmar. Puede todo, está en todo. Lo es todo.
Confía en sí misma. Nos ama sin medida y sabe que encontrará la forma de hacernos llegar su amor. Espera a que aparezca la rendija por la cual colarse y tocarnos, o la crea. Todas las rendijas le sirven. A veces se cuela por las fracturas del dolor, le encanta entrar por las ventanas abiertas de nuestra esperanza, se abre paso como un remolino de luz, si la puerta de la bondad no está cerrada.
Confía en nosotros. Sabe que al sentirnos vistos, tocados, amados, le corresponderemos. Sabe que el amor es nuestra esencia y conoce el camino a él. Creó el camino. Eligió hacer del encuentro, el camino. Sólo encuentro, nada más. Nada menos. Todo bajo el cielo y todo sobre el cielo, desde el átomo a la supernova, es relación. Relación es encuentro”.
NOTA -El entrecomillado está tomado del libro “LA VIDA SIEMPRE PUEDE MAS”
Isabella Di Carlo