“Podemos ser el cambio que pretendemos para el mundo, y ese cambio en lo esencial
es un cambio de conciencia”
Jorge Carvajal
El mundo cambió de repente.
En muchos lugares ya está pasando la tormenta que removió hasta las capas más profundas de la sociedad, -en otros apenas comienza-, pero lo cierto es que descubrimos gracias a un pequeño bichito que al final no importa tanto la edad, el color de piel, el sexo, la riqueza material o el lugar en donde vivamos, todos tenemos muchas cosas en común, entres ellas un cuerpo que puede enfermar y morir, y una historia que dejamos cuando partimos del mundo terrenal.
Entre otras cosas, ese ser invisible llegó para mostrarnos nuestra vulnerabilidad.
Nuestras debilidades a nivel físico, emocional, mental, social y de conciencia saltaron a la luz, dejándonos como lección la necesidad imperiosa de hacer cambios en la forma como nos relacionamos entre nosotros, con otras especies y con el planeta que habitamos, y recordándonos que al final no importan tanto las condiciones en que vivimos sino cómo ha sido nuestro paso por este lugar llamado Tierra y qué huella dejamos en las personas y seres a nuestro alrededor.
Llevamos meses aprendiendo de manera virtual sobre las formas mas eficaces para defendernos o curarnos, investigando sobre vitaminas, alimentos para subir las defensas, medicamentos para mejorar nuestro cuerpo físico, prácticas para manejar el estrés del confinamiento, y otras técnicas que contribuyen a nuestra salud emocional y mental, y tal vez el siguiente paso es aprender cómo seguir convirtiéndonos en mejores seres humanos, que hagan de éste un mundo mejor para dejar a las generaciones futuras.
Para muchas personas este ha sido un tiempo de aprendizajes difíciles, interiorización y crecimiento; para otros tal vez de cambios, duelos y despedidas en la distancia, lo cuál ha hecho que en muchos lugares se perciba en el ambiente una nube de tristeza y desesperanza que tarda en disiparse, y para la que necesitamos acudir al “botiquín de emergencias emocionales” que puede llenarse también con muchas “vitaminas para un mundo mejor” y que además nos ayudará a que el sueño que soñamos durante este tiempo de querer un mundo diferente, se convierta en realidad.
¿Qué puede contener el Botiquín?
Por ejemplo, la vitamina A de Alegría, Amistad, Abrazo, para que encontremos nuevas formas de tomarlas a pesar de las circunstancias que tengamos que vivir.
La B de Benevolencia, que nos ayude para interactuar de manera diferente, generando un entorno donde todos a nuestro alrededor se sientan seguros. Para ello necesitaremos al mismo tiempo la C de Compasión, entendida como la capacidad de ponernos en el lugar del otro con empatía y amabilidad, especialmente cuando ese otro pasa por el dolor, la tristeza, la rabia o el miedo.
En caso de conflicto o crisis, la mejor vitamina es la D de Diálogo abierto y sincero, que nos permita salir fortalecidos de las circunstancias difíciles que afectan las relaciones de todo tipo, especialmente en un momento de cambios donde necesitamos expresar los sentimientos que están a flor de piel.
Hay una vitamina que requiere dosis diaria, y es la E de Esperanza, en nuestra capacidad como humanos para crecer en conciencia y dar al mundo lo mejor de nuestro Ser, escribiendo día a día nuestra historia y sembrando semillas para un mejor futuro.
Dice el Dr. Jorge Carvajal que en medio de la crisis actual “la realidad inminente de la muerte, valorizó el sentido de la vida y tocamos fondo en el corazón de la familia” (para saber más), por lo cual considero que la siguiente vitamina imprescindible es la F de Familia, ese lugar a donde siempre podemos acudir y que se extiende más allá de los límites del ADN a la familia del Alma, esa que podemos cultivar a través de los vínculos que hacemos y que se nutre de una supervitamina, la G de Gratitud.
Gratitud por la vida que recibimos de nuestros padres, por la oportunidad que tenemos de respirar, de aprender y disfrutar a cada instante de nuestros seres queridos y de todas las personas que forman parte de nuestro sistema, y aquí tendremos que usar de vez en cuando una dosis extra de vitaminas H e I, la Humildad para aceptar que somos seres en crecimiento y la Inclusividad que nos permita dar lugar a todos en nuestro corazón sin importar qué tan diferentes sean de nosotros o si compartimos la fe, los valores o las creencias.
En tiempos difíciles no debemos olvidar a los niños y también al niño que una vez fuimos, y para todos debemos incluir la vitamina J de Juego, así podremos disfrutar del momento presente con las circunstancias que nos toque vivir, desarrollando la capacidad de adaptación que caracteriza al alma inocente de los niños.
Las circunstancias podrán ser dolorosas, pero si usamos la vitamina L de Lección podremos encontrar la sabiduría que subyace y darles sentido desde el punto de vista espiritual, convirtiéndonos en aprendices en vez de ser víctimas y quedarnos en el sufrimiento.
Entre todas las vitaminas posibles, hay una que se recomienda tanto desde los libros más antiguos de la sabiduría de diferentes culturas como desde la ciencia moderna que ha probado sus efectos, y es la M de Meditación, que nos ayuda a conocernos y buscar respuestas en el único lugar donde con toda certeza podemos inducir cambios, y es en nuestro interior; cuando yo cambio el mundo a mi alrededor cambia, y podemos considerar esta vitamina como la que se puede aplicar en todas las circunstancias.
Sé que muchas veces el dolor que sufrimos o que producimos a otras personas es producto de los errores que como humanos somos susceptibles de cometer, y es en este momento cuando necesitamos usar las vitaminas P y R, tomando Responsabilidad por nuestros actos, reconociendo nuestros errores y haciendo uso del Perdón para poder restablecer el intercambio positivo que nos permita fortalecer relaciones y llegar a la reconciliación en vez de crear separaciones, exclusiones y una cadena más grande de dolor.
La educación de las nuevas generaciones debería incluir sin dudarlo la vitamina S de Solidaridad, y estoy segura que nos evitaríamos muchas enfermedades actuales de la sociedad vinculadas con el egoísmo y la codicia que tanto han afectado la salud de nuestro planeta y de muchas comunidades donde unos pocos se han convertido en los depredadores de muchos creando caos, guerras y desolación.
Los seres humanos necesitamos aceptar que para que sea posible Construir Un Mundo Mejor, debemos usar la vitamina T, de Tolerancia como esa capacidad de respetar las diferencias, la U de Unidad para que seamos capaces de reconocer que somos una sola humanidad y que el daño que le hacemos a otros nos lo hacemos a nosotros mismos y la V de Valores Humanos como ese elemento indispensable para la construcción de una sociedad más justa, donde la posibilidad de avanzar se cimenta en el desarrollo de la Conciencia, tejiendo una Red en la que todos formemos parte activa.
Se que existen muchas más “vitaminas” que pueden reforzarnos o ayudar a combatir los males que nos aquejan como humanidad, sumadas al medicamento universal llamado Amor y solo espero que cada uno tome la decisión de buscarlas y compartirlas con las personas que conozca, así entre todos, cada uno desde su lugar, podremos contribuir a este proyecto de Construir Un Mundo Mejor.
Marcela Salazar González