Criticar hace que otros se sientan pequeños, o que sientan la necesidad de defenderse. Las actitudes defensivas alejan de la comunicación, la paz y la solución de los problemas. Cuando uno se defiende, se radicaliza, busca argumentos para tener razón, para ganar, en vez de buscar la verdad ( aquello que concilia los distintos puntos de vista).
Una mente crítica, está siempre encontrando dificultades, se irrita, no encuentra descanso. Ningún amigo es mayor que la propia mente, cuando es pacífica y luminosa; ningún enemigo es mayor que ella, cuando esta crispada y cerrada en su ignorancia.
Desde la crítica perdemos contacto con la realidad, no vemos el mundo, lo juzgamos. Desde la crítica jugamos con los dados cargados, partimos de nuestras conclusiones y llegamos al único destino posible: confirmar nuestras creencias. Nos repetimos.
Cuando la mente es crítica uno sólo ve lo digno de objeción, no puede ver lo bueno que podría surgir de ello, así uno no sólo pierde inofensividad, pierde también resiliencia, entendida como la capacidad de revelar la lección de amor que conlleva el dolor.
Dice Krishnamurti : “El mal pensamiento es en sí mismo un crimen, porque en todas las personas y en todas las cosas existen el bien y el mal, pensando mal alimentamos el mal y estorbamos la evolución”. Exactamente lo mismo podríamos decir en la otra dirección: “Una mirada luminosa es un precioso instrumento de la vida, porque en todos nosotros hay un potencial de luz por conquistar. «Quien ve nuestra luz y la sostiene, nos abre el camino hacia lo mejor de nosotros mismos.”
Isabella Di Carlo
Texto que forma parte de la ponencia en el Congreso Online Gestores de Conciencia por la Paz
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