En todas partes del mundo las personas emergen a la consciencia de que meditar es esencial para llevar una vida sana y plena. Existen muchas y muy diversas escuelas y líneas, ¿cómo saber qué método es adecuado? ¿Cómo diferenciar la verdadera meditación de la simple relajación, de las ensoñaciones y de las programaciones mentales para lograr deseos?
Si es meditación transforma la vida. Si es meditación, se produce una interiorización que permite el autoconocimiento; conocerse es la llave que abre todas las puertas del cambio. Meditar es trabajar amorosamente con uno mismo, es aprender a utilizar nuestra mente hacia adentro para quitar el excesivo énfasis a los cinco sentidos y el mundo exterior, y dirigirnos hacia nuestro verdadero yo.
Meditar es ir del mundo de los efectos al mundo de las causas. En el mundo de las causas tenemos poder de ordenar, de sanar, de sanarnos. El poder de crearnos y así crear un mundo mejor.
¿No será quizás un poco idealista creer que podemos transformar la vida? podríamos preguntarnos. ¿Hasta dónde podemos cambiar? podríamos cuestionarnos, habida cuenta de los condicionamientos genéticos, culturales, familiares y las programaciones recibidas en la infancia… Las neurociencias demuestran en sus estudios más avanzados que el cerebro puede transformarse, a esa capacidad de cambio se la denomina neuroplasticidad. Pero no sólo el cerebro cambia, los átomos son sensibles al campo eléctrico y al campo magnético, si cualquiera de los dos cambia, el átomo cambia. Lo que se ha demostrado en los estudios del Heart Math Institute (Instituto de las Matemáticas del Corazón) es que el corazón es el órgano eléctricamente más potente del cuerpo (100 veces más que el cerebro) y es también el órgano magnéticamente más potente (5000 veces más que el cerebro). En la meditación se accede a sentimientos de paz que son en la geometría energética equivalentes a un funcionamiento coherente del corazón, que emite un campo electro magnético armónico que literalmente modifica todo el organismo y la irradiación que de él emana.
Lo de la irradiación importa… Algunas personas son emisores de paz, literalmente están emanando una irradiación armónica que toca a todo aquel que entra en contacto con ellos. En su presencia se siente confianza. En su presencia se puede hablar, o no hablar, en todo caso se da una sensación inmediata de bienestar, de armonía, de calma.
Esas personas han trabajado por lograr el silencio en el plano mental y emocional. El mundo interior de las personas que no han realizado el trabajo de aquietar sus emociones y su mente es en cambio, semejante a una plaza pública en donde mucha gente se manifiesta y protesta a la vez por cuestiones distintas. En medio de esas discusiones, reivindicaciones y revueltas, es imposible escuchar la voz de la sabiduría. Sin sabiduría tomamos decisiones incorrectas, afectamos negativamente a nuestro entorno y seguimos sufriendo.
La sabiduría es uno de los atributos esenciales de nuestra alma. El amor es otro. Si decidiéramos meditar y ordenar nuestra forma de vida, nuestro cuerpo y nuestro sistema nervioso se irían refinando, se volverían gradualmente más sutiles y seríamos capaces de manifestar las cualidades del alma.
Meditar es enraizarnos en nuestro propio ser. Es zambullirnos en un lugar que nos permite experimentar la seguridad, la sensación de pertenencia, la paz y la belleza.
La seguridad de estar en el lugar apropiado y el momento apropiado para aprender exactamente lo que necesitamos aprender. La seguridad de que cuando aprendemos las circunstancias cambian. Siempre.
La sensación de pertenencia que se deriva de la percepción correcta del mundo, somos una sola humanidad y somos una sola red de vida. Hacemos parte de un todo y ese todo nos nutre y nosotros somos responsables de nutrir y cuidar de ese todo. El árbol del jardín hace parte de nuestra naturaleza, como el perrillo que se enciende de alegría cuando la llave abre la puerta. El árbol nos necesita y nos necesita la mascota, y nuestros hijos, y cada ser que pasa por nuestra vida.
La paz es condición previa (no negociable) de la felicidad y todos queremos ser felices. ¿Cómo lograr que la bandera blanca ondee en el balcón de nuestros días? Trabajando en nuestro mundo emocional, con perseverancia, esperanza y método.
La belleza es abundante si hay belleza en nuestros ojos al mirar. Veamos la belleza de la vida y la nuestra; la del éxito y la del fracaso; la de nuestros hijos y la de nuestros padres.